Casi natural
No puedo evitarlo: amo la rutina. El corazón de plástico me da a diario cosas hermosas. Incluso, una rutina. Antes odiaba pensar en horarios y compromisos. Ahora, es lo que más quiero, es lo que más me ordena.
No me importa lo que piensen: me encanta levantarme a las 6, ir a correr por la costa de Burzaco, llegar a casa, darme una ducha. Desayunar, pasear con mi monopatín y llegar al trabajo. Cantar un rato con Alejandra y ponerme a trabajar. A las 6, irme a acupuntura o a mi curso de globología. Comprar margaritas todos los jueves, medias todos los martes y alambres, los domingos. Buscar mariposas en andariveles y rosas chinas cerca de piscinas. Una vez al mes, irme a andar a caballo con Iannin y a pintar paredes e intervenir inventarios.
Todo eso me cae, casi natural.