Hondo
Inhalo, exhalo. Una y otra vez. Los pies, sobre la tierra y las manos, a mi costado. Me toco el pecho, me acomodo el corazón de plástico y vuelvo a empezar.
Me digo
“No soy ansiosa” “No soy ansiosa” “No soy ansiosa”
Y me tomo la cadenita sobre mi cuello, le doy un beso a la medallita de mi padre y me pienso pintada de azul. Una y otra vez, hasta que de repente, esa sensación se me va y mis ojos vuelven a ser míos.
Ahí, en ese instante, te pienso con todo mi corazón y pido que por favor, te enamores de mí y que nunca estemos más de unos minutos sin pensarnos, ni querernos.
Vuelvo a cerrar los ojos, y te abrazo… fuerte, fuerte y más fuerte. Recuerdo tus brazos y tu aroma me inunda.
Sonrío y pienso que en verdad, nunca me acuerdo de cuándo de ni cómo me enamoré de vos.